Y me iré tan despacio que tendrás el tiempo suficiente para decidir si decirme o no adios,
lucharé contra las cosas que me queman por dentro haciéndome sentir esta locura,
me comeré mis miedos y tendré que cocinar los tuyos ya que no eres capaz de verme,
sentiré que hice todo lo que estaba en mis manos para tenerte algo más cerca,
y entonces me daré cuenta que tanto esfuerzo no ha valido la pena...
Hoy esta princesa tiene un deseo, un capricho, un antojo tonto, pero no lo conseguirá.
Ni me sirve la escoba verde para volar, ni mi luna puede guiarme en estos momentos, ni mi dichoso gato me araña siquiera los pies, y ahí fuera no hay nada porque ya no estoy yo.
Ni tantos caprichosos ni tantas ganas de querer un imposible, tengo un duendecillo en tonos morados que me incita a tener pensamientos impuros, que me roza la piel como nisiquiera yo misma podría hacerlo, duende que se mete por cada poro de mi piel haciéndome sentir viva.
También tengo un gigante que ni quiere velar por mi ni deja que otros lo hagan, y está destrozando algo dentro de mi que él no es capaz de apreciar, ni viéndome llorar sabría que es por él.
Ni duendes ni gigantes, ni princesa, empieza a no quedar nada dentro de este sueño porque estoy a punto de despertarme y ver la realidad, y no es otra de la que no quedará más que el recuerdo, y no hay nada peor que un recuerdo...
Porque si recuerdas algo es que ya pasó
Se donde está la paz y también mis ganas para ir en su busca, pero mi príncipe de las muñecas rotas está a punto de volver a enturbiar mis pensamientos.
Y es entonces cuando vuelvo a cerrar los ojos apretándolos hasta el mismísimo dolor, y es entonces cuando todo vuelve a ser como yo quiero, cuando duende y gigante se alían sin saberlo para regalarme trocitos de felicidad que aprecían aún menos que el dolor. Y es entonces cuando mi príncipe de las muñecas rotas me abraza sin quebrarme.
Y es entonces cuando cierro los ojos y vuelvo a ser la princesa de los ratones y a chupar piruletas de mil sabores que sólo me regalan momentos de placer.
Y sigo aquí, dormida...
Y es entonces cuando consigo ser feliz